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sábado, 24 de enero de 2015

SOBRE MARTIRES DE UCHURACCAY : PRESENTAN DOS TEXTOS

Dos textos referidos al asesinato de los periodistas en Uchuraccay se han presentado en las últimas  horas en Ayacucho , específicamente en el Centro Cultural de la UNSCH. El primero, "EL QUILLINCHO" de PAULINA EUDOSIA REYNOSO BARBOZA viuda de FELIX GAVILAN . Por su parte , VICTOR  y JAIME TIPE SANCHEZ hicieron lo propio con "UCHURACCAY : EL PUEBLO DONDE MORIAN LOS QUE LLEGABAN A PIE".

Del diario "La República"  (http://www.larepublica.pe/24-01-2015/el-adios-a-quillincho-uno-de-los-martires-de-uchuraccay) , reproducimos "El adiós a Quillincho" . Para el caso de "UCHURACCAY ..." les ofrecemos las participaciones de Fermín Rivera , José María Salcedo y  los hermanos Tipe.



Familia. Paulina Eudosia y sus hijas Ive y Lidia, con el retrato del periodista nacido en Huancavelica.

Homenaje y testimonio
El adiós a Quillincho, uno de los mártires de Uchuraccay


Eudo, la llamaba su marido. Es Paulina Eudosia Reynoso Barboza, viuda del periodista Félix Gavilán Huamán, uno de los ocho periodistas asesinados el 26 de enero de 1983 en Uchuraccay, Ayacucho. Ella ha escrito el libro El Quillincho. En busca de la verdad camino a Huaychao. Aquí publicamos fragmentos del emocionante recuerdo de su esposo conocido con el nombre quechua de un cernícalo.

Félix me comentó que su amigo Pedro Sánchez había llegado procedente de Lima. Era reportero gráfico y enviado especial del Diario La Marka. Estaba hospedado en el hostal Santa Rosa, lugar donde se alojan todos los periodistas que llegaban a Huamanga. Salió de la casa en busca de Pedro y unas horas más tarde retornó y me informó que los dos realizarían varias comisiones periodísticas.
“Pedro ha venido varias veces a Ayacucho. Mañana temprano vamos a ir a un pueblo cercano a la ciudad, hay una noticia muy importante que cotejar”, me dijo.
El 25 de enero a la primera hora de la mañana, antes de salir de la casa, Félix me comenta que nuevamente insistirán con el permiso de viaje a Huaychao. Uno de sus colegas traía de Lima un contacto que les permitiría comunicarse directamente con el general (Clemente) Noel y les recibiría personalmente esa mañana. Salió muy raudo.
Al retornar por la tarde me comentó su impresión sobre el general Noel diciéndome que era un tipo frío, tajante y que les había negado rotundamente el permiso a pesar de que argumentaron el grado de importancia para todos.
Los periodistas a pesar de la negativa decidieron realizar el viaje a Huaychao en una comitiva llevados por la misión de cumplir con la búsqueda de la información y la verdad de los acontecimientos.
Por mi parte estaba atemorizada por la decisión. Presentía una atmósfera muy rara en mi interior. Traté de convencerlo para que desista del viaje. Le recordé que teníamos tres hijos pequeños, le rogué que por ellos desistiera y me contestó:
–Precisamente por ellos es que se debe conocer la verdad… todos queremos que nuestros hijos vivan en un país de verdades, de paz, no podemos ser mezquinos.
MIÉRCOLES 26: 
PARTIDA FATAL Y EL BESO DEL ADIÓS
El 26 de enero, Félix y yo nos levantamos a la cinco de la mañana. Repartió sus alimentos a (su búho) Pusha y a sus demás engreídas. Tomamos desayuno, acomodamos bien a los chicos para que siguieran durmiendo hasta mi regreso y salimos de la casa a las 5:45 am rumbo al hostal Santa Rosa, a 15 minutos de camino.
Durante el trayecto, me sentí mal emocionalmente. Félix al percatarse trató de reanimarme hasta que llegamos a la esquina de los jirones Lima y 28 de Julio. Nos paramos, me abraza fuerte y me da un beso muy apasionado de despedida. En ese instante sentí un dolor electrizante en el fondo de mi corazón. Me puse a llorar y él muy extrañado me dice:
“¿Pero amor, qué te pasa? ¿Por qué lloras de esa manera, si ni siquiera lloraste cuando me fui a Europa?”, así trataba de calmarme, pero el dolor que sentía en el pecho era tan fuerte que no cesaban las lágrimas.
Sin poder calmar mi dolor traté de secarme las lágrimas y llegamos hasta el hostal donde le esperaban sus colegas para embarcarse. Todos estaban afuera ya, incluso el vehículo estaba delante de ellos. Uno de sus colegas tomó una foto de despedida a los viajeros, incluida yo, circunstancialmente. Pedro Sánchez se acercó a Félix para bromearle:
–“Qué dichoso eres… ¡al único que su esposa lo acompaña para despedirlo!”.
Cuando ya me disponía a abandonar el hospedaje, Félix volvió a abrazarme, besarme y mi corazón sentía la misma intensidad del principio. Caminé hasta la misma esquina donde fue el beso del adiós y desde allí los vi abordar el auto que habían contratado el día anterior.
Jamás me imaginé que me lo iban a arrebatar para siempre y de tal forma. Desde ese día no puedo oír la voz de mi amado Quillincho, esa voz cuando me llamaba con tanta dulzura: ¡Eudo! ¡llapan sunquillaywan kuyakusqay warmichallay (“¡Eudo! ¡con todo mi corazón te quiero mi mujercita!”).
JUEVES 27
MI ENCUENTRO CON EL PERIODISTA LUIS MORALES 
La lluvia no cesaba, tampoco mis nervios. Salí de mi casa rumbo al mercado a comprar los ingredientes para preparar la comida que Félix quería compartir con su amigo Pedro Sánchez a su retorno. Cruzando la Plaza de Armas vi al periodista Luis Morales en una cafetería. Me acerqué presionada por la preocupación de la demora y le pregunté a qué hora llegarían los viajeros.
“Hay señora, ¿usted está muy preocupada del Quillincho? Él sabe volar por la altura, es curtido en el viaje, además de ser quechuahablante. Es muy precavido en sus cosas, ¿qué le puede pasar? Señora, ¿ya tiene sus medidas? Llevaremos sus mortajas y cajón para traerlo por aquí!”. Me indigné de inmediato y reproché diciéndole que mejor se callara y no hablará disparates.
Proseguí mi camino, pero tan susceptible me encontraba que las lágrimas volvieron a apoderarse de mí en plena calle hasta que llegué al mercado.
Llegó la tarde y la noche de aquel 27 de enero y no aparecían los viajeros. La sensación extraña que hervía dentro de mí aún persistía, mi lucha era pensar positivamente y creer que se estarían demorando por el toque de queda y estarían alojados en algún poblado. 
VIERNES 28
PASAJEROS DE TAMBO ME BRINDAN ALGUNAS NOTICIAS
El 28 de enero ni bien amaneció alisté a mis pequeños y los dejé al cuidado de mi vecina Mamá Tere. Mi corazón sabía a dónde dirigirme. 
Me fui de frente a los paraderos de los buses que llegaban de la selva por la ruta de Tambo. Me acerqué a un señor que arribaba con su esposa e hijos. Pregunté si había visto a unos periodistas por Tambo o por algún lugar cercano.
La señora en voz baja me dijo: “Señora, en el camino cerca de Tambo hemos tomado desayuno en Challhuamayu y allí he escuchado que hablaban sobre un ataque a unos señores periodistas. También dijeron que hay dos muertos y muchos heridos, nada más he escuchado”.
SÁBADO 29
ARGUMEDO POR FIN TRAJO LA NOTICIA QUE NADIE QUERíA DECIR
La tarde del 29 llegó a mi casa un joven de nombre José Argumedo García, se presentó y me dio las razones de su visita:

“Señora, soy medio hermano de Octavio Infante. Mis hermanos, su esposo y sus colegas han sido atacados en Uchuraccay. Los ocho periodistas están muertos. Yo vine a avisarles porque mi mamá, mi hermana y mi cuñada estuvieron presas en Uchuraccay.
Ellas me contaron todo lo sucedido cuando regresaron a casa. Ahora mismo están atacadas de nervios porque están amenazadas de muerte y llorando por la muerte de mis hermanos. Yo he venido a escondidas para dar este aviso tan duro a mi cuñada Leonilda, a usted y a la prensa aquí en Huamanga”.
El aviso me causó otro desmayo y luego de reponerme el muchacho insistía en que lo acompañara al hostal para que diera la noticia a la prensa. 
Por fin llegamos al hostal Santa Rosa, presenté a José Argumedo a los periodistas y recibieron la peor noticia de sus vidas. 
Toda la prensa le rodeó para hacerle preguntas con detalles y estallaron en llanto, se abrazaron y lloraron inconsolablemente como no tienen idea. Yo no podía resistir el tener que volver a escuchar cosa por cosa, me quería morir junto a mi amado Félix y caí en un sofá que había muy cerca.
Los periodistas se hallaban tan desvalidos, y así, con tanto pesar, me iban dando las condolencias, mientras la cabeza me zumbaba y la taquicardia hacía lo que quería con mi corazón. Los hechos que vivimos en ese momento son dolorosamente indescriptibles. 
DOMINGO 30
NO ME PERMITIERON VIAJAR  A UCHURACCAY
Me disponía a regresar a casa (no me permitieron ir a Uchuraccay) otra vez con el alma destrozada. Tomé un taxi y gracias al chofer me enteré que los cadáveres estaban llegando al hospital para ingresar a la morgue. Al llegar, me repuse porque pensé que sería la primera en ingresar y allí esperar la llegada de los cuerpos de los periodistas. Sin embargo, ni bien pisé la entrada del nosocomio alguien (un soldado) salió y me detuvo con voz de trueno:
–¡Nadie puede ingresar!
Mi hermano Mauro llegó en ese momento e ingresó al nosocomio. Después de horas salió del hospital y me comentó que tuvo la oportunidad de bañar y vestir el cuerpo de Félix, como también de sus otros colegas. Allí se percató de que los cuerpos y extremidades no tenían fracturas. Los rostros no se hallaban desfigurados, eran reconocibles. 
Mientras la versión oficial hacía correr la noticia de que “los hombres de prensa tenían los cuerpos masacrados, rostros desfigurados e irreconocibles por los guaracazos, machetazos, piedras, cuchillos y palos que recibieron por la turba de los comuneros”, mi hermano Mauro decía todo lo contrario. Y confirmó una macabra coincidencia entre los ocho periodistas: “tenían cortada la cabeza por la parte posterior y los cráneos se hallaban vacíos”.
En esos instantes comenzaron a salir los ataúdes uno a uno en medio de gran hermetismo, bien sellados y resguardados: “Hipócritas, ahora sí los resguardan”, dije en mi interior.
Yo quería despedirme aunque fuera con un abrazo por última vez. Lo único que pude abrazar fue el ataúd. Fue la primera oportunidad de tenerlo cerca. Lloré a mares en la Plaza de Armas cuando el pueblo le rendía homenaje antes de partir 

al cementerio.
CLAVES
Presentación. El libro se presentó ayer en el Centro Cultural de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho. 
Edición. Este texto fue editado con el apoyo de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP). La editora fue Mercedes Malpica Solórzano.

Amor. Paulina Eudosia y Félix Gavilán se conocieron  en Huamanga en 1973, se casaron en Huanta en 1978 y tuvieron tres hijos: Ive, Lidia y Joel. Hoy es abuela de tres nietos y una nieta.

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VICTOR TIPE SANCHEZ

JAIME TIPE SANCHEZ

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