Francisco Chamberlain, s.j.
En una elección pública, sea lo que fuera, los candidatos necesitan recursos, dinero, para llevar adelante sus campañas. El rol del dinero en el proceso democrático es por una parte necesario, pero al mismo tiempo un problema en muchas partes del mundo hoy, de tal modo que el candidato con más dinero, aunque no sea con mejores propuestas de sus adversarios, es él que con frecuencia sale el ganador.
Un candidato con dinero abundante puede contratar a agentes a sueldo para hacer voceros de su candidatura en todas partes del espacio en contención. Puede regalar polos con su imagen estampado, puede armar fiestas con bandas de música contratadas, puede tener a su servicio una gran cantidad de movilidades que pasean por aquí y allá con la foto y las banderas del candidato. Todo esto abruma a la gente y no le permite a muchos a emitir un voto pensado e inteligente. Y eso es lo que pretende el dinero abundante: abrumar a la gente de tal modo que no deben ni pueden pensar. Es decir, la finalidad de gozar de abundantes recursos, sean estos recursos personales o de otras fuentes, es hacer que el dinero mande, que la supuesta elección democrática se controle por el dinero.
Algo de esto, quizá no tan crasamente como indicado en los párrafos arriba, sí pasa en nuestro Ayacucho. Es notoria la diferencia de recursos entre los 10 candidatos que buscan ser el presidente de la región. Alguno que otro puede contar con propuestas serias para el avance y desarrollo de la región, pero al mismo tiempo no puede competir con otros candidatos que sí cuentan con recursos, y alguno con abundantes recursos. El gran temor que tengo en las elecciones de 5 de Octubre es simplemente que una parte de nuestra población en efecto vote no por las propuestas más sólidas, sino por el dinero, los recursos, desplegados en la campaña.
Pero el dinero invertido en una campaña electoral no aboga sin más por una gestión seria como gobernante. Ninguno de los candidatos a la presidencia de la región puede gobernar solo. Por eso, una de las propuestas hechas a los candidatos o sus representantes en una reunión en la MCLCP-A antes del Foro Público del 26 de Agosto fue que los candidatos se hicieran presentes con sus respectivos equipos con quienes pretendieran gobernar. Pero uno de los candidatos presentes en la reunión previa al Foro dijo: “No, Padre, la torta se reparte después de ganarla”. Es decir, la campaña es una cosa y gobernar con un equipo sólido es otra totalmente diferente. Una campaña con dinero suficiente, o en el caso de alguno u otro candidato de contar con dinero mucho más que suficiente, no aboga por un gobierno sólido. Lo que importa es simplemente ganar, y luego ya veremos cómo gobernar. ¡Qué Lástima!
Por eso, en la MCLCP-A, después de las elecciones del 5 de Octubre, si hay un ganador absoluto o si vamos a una segunda elección entre los dos candidatos con mayor votación, vamos a tener un Foro Público el 21 de Octubre en el que pedimos al ganador o a los dos candidatos todavía en carrera que presenten sus equipos con quienes pretenden gobernar. Además, en el Foro de Octubre vamos a inaugurar el Foro Permanente a la luz del Pacto de Gobernabilidad que todos los candidatos han firmado y al que supuestamente se han comprometido.
En fin, soy una de esas personas que cree que el voto es un asunto serio. Ojalá que nuestro voto el 5 de Octubre se guie por la seriedad que nuestro voto merece y no abrumado por la cantidad de dinero y sus recursos que se han desplegado.
¡Que el dinero no sea la guía, y al fin y al cabo, la destrucción de nuestra frágil democracia!
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