POR: SEVERINO CASTILLO MELGAR
Desde tiempos inmemoriales de la civilización, diferentes profecías han pronosticado la llegada del fin del mundo. En nuestro continente, la cultura maya que tenía la idea del tiempo como un proceso cíclico constituye la clave para entender en que consiste exactamente la profecía que señala el 21 de diciembre de 2012 como el fin del mundo. Sobre el particular muchos investigadores han coincidido en señalar que los mayas no pudieron vaticinar la llegada del fin del mundo, porque en su cosmovisión no existía el concepto lineal del tiempo que se utiliza actualmente, con una mentalidad apocalíptica heredada de la tradición judeo- cristiana, a diferencia de los mayas cuya concepción era cíclica; sin embargo, debemos reconocer que los mayas fueron grandes astrónomos.
Tras la invasión española en el siglo XVI, se dejó de utilizar el calendario maya, hasta el año 1990 fecha en que los arqueólogos lograron reconstruirlo, a pesar de existir discrepancias entre los expertos. En estas circunstancias, se cree que existieron hasta tres calendarios mayas: uno de uso religioso (dividido en 20 períodos de 13 días), otro para uso civil (dividido en 18 períodos de 20 días cada uno más 5 días extras, con lo cual daba 365 días), y el otro calendario conocido como “Cuenta Larga”, que contaba los días desde una fecha de inicio, fecha sobre el cual no existe acuerdo. La mayoría de los expertos cree que fue el año 3 114 a.C. Sea cual sea la fecha ¿porqué ésa y no otra?. Nadie lo sabe. Los mayas veían el universo adscrito a ciclos diurnos, lunares, estacionales y solares, al igual que el calendario chino. Un ciclo largo, pero al fin y al cabo sólo un ciclo, no existiendo razones para pensar que los mayas creyesen que el final de este calendario signifique el fin del mundo; tampoco existe razón alguna para pensar que su fecha de inicio sea el nacimiento del mundo.
La ya famosa profecía maya, que señala que el fin del mundo tendrá lugar entre los días 21 y 23 de diciembre, se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un panel jeroglífico empotrado en un muro conocido como el Monumento de Tortuguero, en el Estado de Tabasco, al sureste de México. Según las creencias mayas la era empezó en el año 3114 a.C. Los mayas consideraban los denominados “días baldíos”. Estos días se encontraban al final del último mes de cada año, equivalente a un ciclo completo del Sol. Esto significa que los mayas tuvieron la sabiduría de poner a cada año cinco días. Durante estos cinco días “no se hacía nada”, sentían que estaban en el caos primordial. Los mayas tenían la necesidad de calcular el tiempo porque les afectaba en todos los aspectos de su vida, desde las previsiones climatológicos y las cosechas, hasta los conflictos con tribus. Según el enigma del fin del mundo maya, el 21 de diciembre es el “Fin de los Tiempos”. Corresponde a una fecha en que se acaba un ciclo de 5 125 años, que era el segmento cronológico que los mayas usaban para medir el tiempo; es decir, para los mayas el 21 de diciembre es el final de un ciclo y no el final del mundo.
Como ocurrió hace mil años, ante la proximidad del fin del milenio, actualmente nuestra civilización vive una ola de inquietud ante las profecías dadas y los tiempos que se avecinan. Durante siglos han sido muchos los que han ido profetizando el fin del mundo. Felizmente todos erraron; sin embargo, algunas profecías de menor trascendencia se han cumplido incluso siglos después. El más conocido de estos profetas, fue sin lugar a dudas Nostradamus (1503 – 1566), que expresó en verso sus profecías que abarcan hasta el fin del mundo. Para los estudiosos del profeta, esta es la centuria que habla del fin del mundo, que debería ocurrir el año 1 999, en el séptimo mes. Pero en la época de Nostradamus sólo había 10 meses, por tanto se refría a Setiembre (séptimo mes de su calendario). Sobre la causa dice que aparecerá en el cielo el Rey del terror, y la referencia a Marte es sin duda como sinónimo de guerra. Según los investigadores, el mismo Nostradamus predice que en el apogeo de una gran guerra, un fenómeno astronómico dará fin a la humanidad y luego una era de felicidad tras la destrucción.
Otro problema que tenemos es acerca de los calendarios y la manera de llevar la cuenta del tiempo. Los sacerdotes de la antigua Babilonia idearon un calendario en el que unos meses tenían 29 días y otros 30. Los antiguos griegos tenían un calendario muy parecido a los babilónicos, así como los antiguos romanos. Sin embargo, fue en Roma donde los políticos, empezaron a manipular con el calendario. Cuando no les gustaba alguna persona que había sido elegida para un cargo público, acortaban su mandato dejando de considerar el mes adicional; en cambio ponían meses de más, para prolongar los mandatos de los jefes que merecían aprobación. Cuando Julio César llegó a ser gobernante del imperio romano, el calendario estaba tan enredado que decidió hacer uno nuevo. Los astrónomos decidieron que el año tendría 365 días durante tres años y el cuarto año tendría un día adicional; es decir, 366, llamándose año bisiesto. De esta manera, Julio César dio a uno de los meses su nombre (Julio) y le asignaron 31 días. Años más tarde cuando César Augusto fue elegido emperador, el mes que seguía a julio recibió el nombre de agosto, y como sólo tenía 30 días, dispuso que también tenga 31 días, quitando otro día de febrero que quedó con 28 días. Por lo tanto, hablar de tiempos y calendarios es también relativo. ¿ y el calendario de los mayas?. No sabemos cuando empezó realmente, respecto al calendario convencional.
En consecuencia, el fin del universo es imposible de predecir; sin embargo, no estamos exentos de vivir acontecimientos que conlleven a desastres en nuestro planeta. Si bien los mayas fueron una civilización con conocimientos avanzados de Astronomía para su época; el 21 de diciembre habría que considerar como punto de partida de una nueva era, de alerta para vivir en armonía con la naturaleza y de mayor responsabilidad de la civilización moderna. No estamos exentos de acontecimientos trágicos que pudiesen ocurrir, como el impacto de un asteroide contra la tierra, tal como ocurrió hace millones de años acabando con los dinosaurios, una llamarada solar donde el sol alcance su máxima actividad, una alineación cósmica de la Tierra y el Sol con el centro de la Vía Láctea, la inversión de los polos magnéticos de la Tierra, desastre nuclear, terremotos, maremotos, desastre ambiental que ya percibimos de manera paulatina en los tiempos actuales, entre otros tantos fenómenos.
Por el momento: EL FIN DEL MUNDO SE SUSPENDE HASTA UNA PRÓXIMA OPORTUNIDAD.
FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO VENIDERO 2013
Muy buen artículo, que el 21 de diciembre sea un punto de partida o mejor dicho de reflexión, pues toda accion tiene un reacción. Feliz Navidad que cada dia sea un nuevo inicio!
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